Agustín de Andrés Ferrero
Nació en Molezuelas de la Carballeda (Zamora). Licenciatura en Filología Hispánica (Lengua y Literatura) y diplomatura en Filología Clásica, por la Universidad de Barcelona. El aula fue su pasión de vida, su oficio, su conocimiento y su esencia, su esplendor: en su luz reconoce al viejo relámpago que decidió quedarse con él hace cuarenta años. Andador solitario de tejados, inseparable vagabundo de lo humano, poeta con vocación de olvido.
Ha publicado:
El niño de agua (2003, cuento infantil de 3 a 80 años), Recortes de poema (2004, poemario), El cantar de las hoces corvas (2008, poemario de 411 versos, al modo alejandrino), El regreso a la medida (2015, relatos breves, cuánticos, aforismos), Beneventum (2017, poemario homenaje a la ciudad de Benavente (Zamora). Ilustraciones –acuarela– de Victoria Rodrigo Gimeno), Medea a la sombra del perejil (2022, poemario de 516 versos, al modo endecasílabo. Finalista XXXIV Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe).
Cuenta con una Página web (dominio): rinconpoetico.com Mensual. Audio. (desde 2014).
Quien esto escribe dice que las palabras nunca dicen lo que piensan, escogen la memoria para recordar lo que olvidaron, y que un libro es la única realidad donde acaso es posible dudar. Parafraseando a Fernando Pessoa, si alguien quisiera saber más de él, sepa que todos los días son suyos.
Reseña Medea a la sombra del perejil
Dice el escriba que Medea nació de Eetes, rey de Cólquide, junto al mar Negro, y de la ninfa Idía. En esta tierra de antiguas tribus de bronce, los hombres, cuando mueren, penden de los árboles, velados con piel de toro, hasta que se pudren al sol.
Así dice Agustín de Andrés Ferrero, en su último libro, Medea a la sombra del perejil, en la rapsodia tercera.
Medea a la sombra del perejil es una recreación poética de siete rapsodias —quinientos dieciséis versos, al modo endecasílabo— y un coro (conciencia) que da voz a cada canto.
El autor recorre el camino de los clásicos (Homero, Píndaro, Apolonio de Rodas, Eurípides, Ovidio, Séneca…) y deconstruye el mito de Medea, la adivina, la bruja, la extranjera, la bella incandescente; simplemente, lo que es: una mujer, incompasiva contra el destino, en dos mitades dolorida.
Durante siete poéticos cantos de amor y de odio, de desprecio y de deseo —que, según Octavio Paz, es perpetua sed de compleción— desvela la inextricable condición humana, su doliente humanidad.
Medea a la sombra del perejil está ilustrada con seis acuarelas de la artista Victoria Rodrigo Gimeno.
